Cambios.

Odio los cambios. De echo, no me gustan nada. A pesar de ello, mi vida es un continuo cúmulo de cambios, inevitables, en ocasiones a mejor, otras a peor... cambios.

El más grande que he sufrido y el Que más me ha costado fué hace dos años y medio. Tenia una vida. Una pareja, un trabajo. Todo se desmoronó por una decisión que yo no tomé y llegó en forma de mensaje de whatsapp. En ese momento sentí que todo mi mundo se tambaleaba.

Un miedo muy intenso se apoderó de mi, y durante un tiempo di tumbos sin encontrar mi lugar. Sabia que necesitaria tiempo. Mucho. Para rehacerme a mi misma.

Ese fué sin duda uno de los mayores cambios de mi vida, desenamorarme. No se siquiera si la propia palabra existe. Pero me desenamoré. Y empecé a vivir, a una velocidad diferente, en otras direcciones. Siempre con un unico propósito, ser feliz y hacer felices a cuantos me rodean.

Un día decidí trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Esa fué una de mis mejores decisiones, la acompañe de “tener solo lo necesario para ser feliz” y le añadí un poco de “cuando estoy, estoy “ en ese momento, con esas decisiones ya con rumbo tomado llego la mas importante. Las personas. Cambiar mis compañias, ser mas selecta, decidir por quien mover el mundo y por quien no girar una piedra.

Llegados a ese punto comprendí que mi vida estaba tomando forma. La forma que yo queria, por la que había llorado, reido , luchado, corrido y peleado todos estos años, la vida con la que soñe de pequeña, la de billetes de avion camara en mano, la de sonrisas con un café, la de tardes de pelis sin ninguna mala intención, la de poder contar contigo y que tu cuentes conmigo sin necesidad de dar nada material.

En ese momento me sentí completa, amada y arropada, me sentí valorada y fué ahi cuando me encontré.